domingo, 5 de julio de 2015

Fauna en la piscina

 Piscina

Cuando llega el verano, ¿qué mejor que un bañito en la piscina para sofocar el calor?
A continuación, un análisis de distintos personajes que se pueden encontrar en una piscina pública.

Desde nuestra toalla, podemos deleitarnos con algún que otro personaje:
- Los vuelta y vuelta. Nadie se explica por qué para realizar esta acción pagan entrada, cuando tienen al lado un parque en el que lo pueden hacer sin pagar un céntimo, pero ellos están ahí día tras día.
- Una variante del anterior, es el risqueto. Es imposible ponerse más "moreno", pero ellos insisten en intentar captar todos los rayos de sol. Para ello utilizarán cualquier técnica ancestral que se les ocurra, desde aceite corporal con protección -15 hasta el flis flis con agua que moja hasta a la vecina.
- Tampoco es de extrañar encontrar algún que otro niño lechero, a causa de los litros de crema que lleva encima, siempre supervisado por la típica madre, normalmente más colorada que el cangrejo Sebastián.
- Como es lógico, cuando uno se mete en la piscina se preocupe por la seguridad de sus cosas. Que no me las roben a mí, pensamos. Todos sabemos que el mejor truco para evitarlo es tapar la mochila con la toalla. Eso funciona aquí y en todo el universo.

Y ya en la piscina...
- Empecemos por analizar a los socorristas. Ellos deberían de ser guapos y atléticos, o por lo menos es así como los pintan en las películas pero, cuál es la sorpresa el primer día de piscina. Te encuentras al típico chavaluco fuera de forma y más preocupado por los guasaps que le envían sus coleguitas que de la gente que hay en la piscina.
- Te pongas donde te pongas, aunque en ese momento sólo os encontréis vosotros dos, aparecerá a tu lado un niño súper equipado con al menos una de sus orejas por fuera del gorro y sus gafas fosforitas para tirarse justo encima de ti. Eso es así y no se puede evitar. Una de las soluciones más recomendadas para estos conflictos es una aguadilla a traición para poner las tablas en el marcador.
- Analicemos el gorro, ese instrumento que sirve para recoger el pelo. ¿Por qué hay gente que se empeña en que el gorro no cumpla su función y se deja media melena fuera? Yo creo es que todavía no han tenido esa conversación con la almohada en la que se dan cuenta de que el gorro queda mal y punto. No han llegado a la fase de asumir su derrota frente al gorro.
- Entre la multitud, ves un hueco para ir al otro lado de la piscina y aprovechas la oportunidad que se te ofrece para cruzar a nado. Los astros se alinean de forma que en tu camino se cruzan hasta los gatos con tal de evitar que llegues a tu destino.
- Otra especie popular de fauna piscinera es la marujis ranunculera, un ancestral espécimen, que se caracteriza por unas óleos rupestres de dudoso significado por el rostro (dignos del mejor cartucho de escopeta de Homer Simpson) y adornados con un alegre gorro floral, que habita los bordes de las piscinas en grupos. Destacan particularmente por su innato dominio de nado a lo sapín evitando cualquier tipo de molécula de agua sobre su comentada pintura y su innecesario gorro. Como dictan sus creencias, es obligado nadar con esa técnica.
- Con los años han ido evolucionando las técnicas de postureo; y en los tiempos que corren nos podemos encontrar a chicos con un micro calzahuevos (slip), que se avergüenzan de ir con semejante bañador y no apartan las manos de la zona en cuestión. En serio, ¿por qué se lo ponen? ¿es necesario?
- La versión femenina del postureo es más sofisticada. Es obvio que a la piscina se va a desfilar, así que, como si de una boda se tratara, se planchan el pelo. ¿No se dan cuenta de que con el agua el pelo se encrespa? Ah, es verdad, que sólo se dedican a pasear el gorro de la toalla a la piscina. Ellas no se meten en el agua. Se acercan a la orilla para que los chicos las salpiquen un poquito. Y chapuzón dado, así vuelven a la toalla para presumir de lo fresquita que estaba el agua con semejante remojón.

Y destaco especialmente al salir del agua, el momento hasta que llegamos para tumbarnos en nuestras anheladas toallas. Sobrevivimos a la más dura ventisca venida desde la propia Invernalia para sentir el mayor de los éxtasis al llegar al calor de nuestra toalla. que nos defiende del frío como una estufa en el infierno.

Y eso es todo por hoy, disfruten de este caluroso día.

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